sábado, 5 de julio de 2008

Secuestrados en el olvido

En primer lugar me gustaría dar las gracias por la buena idea de crear este blog. No sé lo útil que resultará, o si ayudará directa o indirectamente de alguna forma a alguien (creo que sí) pero me parece estupendo, al menos, recopilar buenas noticias, en medio de tanto pesimismo o, como algunos menos optimistas que yo dirían, cruda realidad.

Parto de la base, opinión totalmente particular, espero que compartida con más gente, de que el ser humano es bueno. Sí, también es cierto que no lo es. Es decir, es las dos cosas, en diferentes momentos, claro está. Pero es lo maravilloso del mismo, es "perfectamente imperfecto" y hay que asumirse así. Pero en esos momentos en que es bueno puede llegar a rozar la perfección, porque igual que en el caso opuesto, podemos llegar a hacer cosas increibles, podemos entregarnos hasta las últimas consecuencias. Y creo que a ello nos lleva lo más importante de este mundo, el amor. El amor al semejante, al otro, a veces cercano y a veces no tanto.

Pues bien, decidí que intentaría estar atenta a lo que ocurra a mi alrededor para rescatar aquello que pueda aportar esa pizca de lectura positiva de la realidad, del ser humano. En este momento me he fijado en la noticia acerca de la liberación de algunos secuestrados, entre ellos, Ingrid Bentancourt, y en concreto en un reportaje emitido en televisión acerca de los secuestrados por las FARC en Colombia.

En el reportaje, además de analizar la situación de Colombia y demás, se mostraba la vida de familias y familiares de secuestrados, así como políticos, muchos de ellos protagonistas en el pasado de esos mismos secuestros. Me fijo en uno de los momentos en que una familia, grabada por la cámara para el reportaje, recibe la noticia de una liberación. En ese momento creo que olvidan completamente el reportaje e indagan en los distintos medios (televisión, radio, internet) quiénes son los liberados. Mi pensamiento en ese momento no aciertaba a imaginar qué puede sentir y pensar alguien en esa situación, pero sí la certeza de una alegría desbordante si se trataba de mi familiar y una gran decepción, hundimiento, tristeza, si no lo era. Pero no, aquélla familia, paciente, escuchó los nombres de los liberados y con gran alegría por ellos, supongo que sentían que seguían en esa espera, en esa angustiosa espera. El locutor les preguntaba si les daba pena y dijeron que no: "una gran alegría. Cada vez que liberan a alguien está más cerca el final, es más probable que llegue el día para el nuestro". Es increible, la solidaridad que se vive, el amor fraternal de esa gente, que tal vez no se conocieran de antes, pero a las que el dolor de la ausencia ha unido.

Parecidas palabras han salido de la boca de Ingrid, tras seis años y medio de secuestro, en unas condiciones lamentables. Que hay que seguir luchando, que hay que liberar a todos.

Y los políticos, como digo, en muchos casos víctimas de secuestros similares, luchando por ello, intentando negociar, viendo cara a cara a los que les hicieron tanto daño, a pesar del asco y repulsa que sienten, para liberar a los que aún quedan.

Otro gesto que aparecía en el reportaje era el servicio que hacía radio caracol allí, en Colombia. Cada semana, a la misma hora, dejaban que los familiares leyeran cartas y noticias a los suyos, sabiendo que son escuchados por los secuestrados. La guerrilla les da los medios para que lo escuchen, por necesidad. Es la manera de que sigan vivos. A pesar de la dureza, de la oscuridad de la selva, ese momento, el escuchar la voz de los tuyos, es lo que les mantiene vivos; pendidos de un hilo de vida, pero vivos.

Por último creo que otro gesto, y este lo podemos hacer todos, es el mero hecho de ver el reportaje, de ver este tipo de documentos, o leer artículos, libros, que nos hagan tener presente ciertas realidades, que se tratan de ocultar. Vivimos en la cultura del placer y el dolor, la enfermedad o la muerte no se quiere tener cerca. Pero está ahí. No creo que haya que regodearse en ella, ni ser masoquista, pero sí conocer, conocer para dos cosas: para dar gracias por tantas cosas que tenemos, tantas personas que queremos y que nos quieren, tanto... y para ponerse en marcha, para denunciar, dar a conocer, y no resignarse a que el mundo sea así "porque no puede ser de otra manera" o "porque vivimos en el mejor de los mundos posibles".

A mi también me cuesta. Hay poco tiempo, hacemos muchas cosas, y ese rato que tengo libre me gusta desconectar, ver una serie, una peli divertida... pero a veces tienes un amigo que te dice, mira este reportaje, creo que va a estar bien. Lo ves. Y realmente estás contenta de haberlo visto, porque despierta tu interés en saber más, porque no te deja indiferente. Al menos durante un tiempo.

Celebremos tantas cosas buenas y pidamos que vengan más.

1 comentario:

Sanabria dijo...

Yo ví también el reportaje, y a pesar de la realidad que muestra, me gustó. Era un reportaje muy duro, y del que me llamó la atención el gesto de la señora cuyo marido está secuestrado. Le llaman por teléfono diciéndole que han liberado a 3 personas...Su marido no está entre los liberados, pero se alegra igualmente. Es un gesto de
solidaridad increíble.
Sobre la labor de Radio Caracol decir también que creo que es una tarea muy importante la que llevan a cabo poniendo en comunicación a los secuestrados con sus familias. Y que se debe seguir hablando del tema para evitar que caiga en el olvido y no se solucione el conflicto.

Seguro que hay gente que opina que son muy pocos gestos para todos los problemas que hay, pero poco a poco espero que se vaya avanzando hasta solucionar el problema de Colombia.

 
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